Translate

sábado, 27 de septiembre de 2014

INVESTIGAR EN CIENCIAS DE LA COMUNICACIÓN EN UN SIGLO DONDE PREDOMINA LA SOCIEDAD DE LA INFORMACIÓN



“…Dentro de unos pocos años la mayoría de intelectuales producirá films, canciones y textos para tebeos; los más geniales insertarán en sus propias poesías algún verso de Celentano… mientras en todas las cátedras universitarias, jóvenes profesores analizarán los fenómenos de la cultura de masas… y quizá todos nosotros estemos viviendo ya solo para consentir estadísticas cada vez más perfeccionadas, análisis cada vez más exhaustivos o denuncias furiosas” (Eco, 1977)

            Cuando Eco escribió la introducción de su libro Apocalípticos e integrados (1968), señaló que los textos sobre las comunicaciones de masas serían provisionales. Porque en la época que se escribió este libro, Eco presentó como hipótesis que el aumento cuantitativo de la información podía producir resultados imprevistos.
            En pleno siglo XXI (2014) es interesante releer a los clásicos como Eco o McLuhan, quien predijo que llegaríamos a esta “aldea global” en la cual el ser humano ha extendido sus sentidos: las piernas por un automóvil, los oídos por la radio, los ojos por la televisión. También propuso que algún día volveríamos a una sociedad tribal: la tribu estaría atenta a todo tipo de información. Quizá no se imaginó que ese nuevo invento sería llamado internet.
            Efectivamente, vivimos en una sociedad de la información donde la globalización se impone por medio de las tecnologías de la información y comunicación (TIC). Según Brunner (2001), se llegó a una sociedad globalizada porque la economía empujó el desarrollo de la producción e incluso de la educación. Ahora se propone formar “capital humano” que esté preparado para competir en su propio puesto de trabajo. Además, este ser humano tiene que estar capacitándose toda la vida si no quiere quedar fuera del mercado laboral.
            Toda esta introducción sirve para revisar la forma en que se está investigando en ciencias de la comunicación. Todo investigador en comunicación social conoce que en el siglo pasado predominaron dos tendencias: los estudios positivistas de la comunicación y los estudios críticos. La primera estuvo encabezada por los empiristas y funcionalistas, y según Lozano (1996) se caracteriza porque imita el método de las ciencias naturales, exige que el científico-investigador sea neutral, busca leyes universales intercambiables y no cuestiona el rol de los medios masivos de comunicación en la distribución desigual de poder. En cambio, el enfoque crítico se caracteriza porque estudia la comunicación dentro del amplio contexto social, cuestiona el rol del la comunicación en la desigualdad económica y el poder político, y los investigadores tienen un compromiso con el cambio social y cuestionan el rol de los medios en el refuerzo de la ideología dominante (Lozano, 1996).
            Cuando se elabora marcos teóricos en las investigaciones positivistas de comunicación, se puede optar por una de las siguientes teorías: usos y gratificaciones, análisis funcional, espiral de silencio, flujo de dos pasos, entre otras, en las que predominan las técnicas cuantitativas y el uso de la estadística para medir cómo actúa la audiencia. Esta corriente fue desarrollada principalmente en Estados Unidos.
            Uno de los autores que analizó las teorías positivistas fue Otero (1999), pero le dio otra mirada. Por ejemplo, indicó que “El propio Laswell centró su interés en los análisis del contendido y de los efectos. Más que un mero recurso descriptivo para organizar la investigación, la fórmula da por hecho que hay “efectos” de la comunicación y no lo plantea como un problema’” (p. 29). Además, indicó que la propaganda es uno de los instrumentos más poderosos del mundo moderno (Laswell, 1927, citado en Otero, 1999). Otro de los exponentes del funcionalismo fue Paul Lazarsfeld, quien realizó varias investigaciones sobre la radio. En su libro The People’s Choice, Lazarsfeld aplicó la técnica panel en las elecciones presidenciales de 1940, al entrevistar a 600 personas una vez al mes durante siete meses consecutivos. El propósito de la investigación no fue conocer quién ganaría las elecciones, sino “cómo y por qué las personas decidieron votar y cómo lo hicieron” (p. 40). Entonces, en estos estudios se llegó a la conclusión de que los medios de comunicación no son todopoderosos y que las relaciones interpersonales constituyen el “medio” en el que las personas desarrollan sus vidas. Uno de los funcionalistas que sobresalió en los estudios de comunicación durante la Segunda Guerra Mundial fue el psicólogo Carl Hovland, quien en su libro Experiments on Mass Communication sostuvo que las personas que están motivadas por mantener su pertenencia a un grupo serán más resistentes a aquellas comunicaciones contrarias a las de su grupo.
            Por más que la teoría de la “aguja hipodérmica” predominó durante las guerras mundiales, también los investigadores se dieron cuenta de que hay variables extrañas como la comunicación interpersonal, la pertenencia al grupo y el nivel socioeducativo, que pueden cambiar los resultados de una elección política. Desde la década de 1930, se comentaba la “teoría de los seis grados de separación”; se decía que cada persona tenía cinco cincos amigos que permiten la comunicación en seis nodos y estos crecen exponencialmente. Muchas décadas después, el sociólogo norteamericano Duncan Watts (2003) escribió el libro Seis grados: la ciencia de una edad conectada, que daría origen a las redes sociales a través de internet. Fue el mismo creador de Facebook, Mark Zuckerberg, quien en su estudio Anatomía de Facebook llegó a demostrar esta teoría. Entonces, el éxito de Facebook, Twitter, LikendIn, entre otras redes sociales, tiene su origen en que la sociedad se comunica por grupos y por “líderes de opinión” que pueden ser desde académicos, periodistas hasta personajes de la televisión, cantantes o artistas de la farándula.
            En cuanto a los enfoques críticos en los estudios de comunicación, sobresalen la Escuela de Frankfurt, el imperialismo cultural, los estudios culturales, entre otros. Los críticos provienen de Europa de la ideología marxista, y sus variaciones, como los neomarxistas, una corriente de pensamiento denominada Escuela de Frankfurt, “basados también en Althusser, Gramsci, Barthes, Adorno, Marcuse, Williams y Hall, entre otros, surgieron en los países de Europa Occidental y desde allí se exportaron a América Latina” (Lozano, 1996). Por esta influencia se formaron los planteamientos conceptuales de la Escuela Culturalista Latinoamericana, donde destacaron Jesús Martín Barbero (Colombia), Néstor García Canclini (Argentina), Guillermo Orozco y Jorge Gonzáles (México) o José Marques de Melo (Brasil) (Lozano, 1996).
            Los críticos emplearon el enfoque cualitativo con sus respectivas técnicas: entrevistas en profundidad, observación participante, historia oral, análisis semiótico y estructuralista. Si los positivistas usaron técnicas como la encuesta, el experimento y el análisis de contenido, no mezclaban sus técnicas con las usadas por los críticos. Sin embargo, según Lozano (1996) en la década de 1980 ambas corrientes empezaron a cruzar sus técnicas de investigación. Por ejemplo, los positivistas utilizaron las observaciones participantes y entrevistas de profundidad; y los críticos usaron encuestas y análisis de contenido.
            Este artículo empezó con la seria duda de Umberto Eco ante las investigaciones basadas en la estadística. E incluso supuso que docentes jóvenes estarían recurriendo a la estadística para interpretar la realidad. Lo cierto es que ambos enfoques tenían razón: no se puede analizar solo el mensaje como si fuera un dato estadístico, sino que hay que contextualizarlo. Hace pocos años, a raíz del avance de la información que se transmite por internet, ha surgido un nuevo periodismo: el periodismo de datos, que revela la importancia de saber interpretar los datos estadísticos para descubrir la verdad. Un claro ejemplo ha sido la información procesada por Assange en los Wikileaks. Información confidencial que proporcionó un joven militar norteamericano sobre las atrocidades cometidas por el ejército americano de la guerra en Irak. Los miles de reportes que proporcionó Manning fueron analizados por un programa informático y determinó que el 60% del número de bajas era población civil.
            Por tanto, los estudios de los nuevos temas que se presentan hoy en ciencias de la comunicación, como el ciberactivismo, las redes sociales y el receptor “multitarea” o la integración de plataformas de información, así como las “crisis de marca on line”, no deben estar ajenos a los teóricos de la Escuela de Frankfurt, pero tampoco se puede dejar de lado que hay programas estadísticos en internet que nos pueden ayudar a analizar mejor esa relación entre usuarios y medios de comunicación.
Referencias bibliográficas
Brünner, J. (2003) Educación e internet ¿La próxima revolución? Santiago de Chile: Fondo de Cultura Económica. Santiago de Chile.
Eco, U. (2004) “Apocalípticos e integrados” Debolsillo. Impreso en España.
Harding, L & Leigh D (2011)  “Wikileaks y Assange. Un relato trepidante sobre cómo se fraguó la mayor filtración de la historia”. Ediciones Deusto. España.
Lozano, J. (1996) “Hacia un modelo de las mediaciones sociológicas de la comunicación masiva”. (Manuscrito inédito)
Otero, E. (1999) “Teorías de la comunicación” Editorial universitaria. Universidad de Chile.


No hay comentarios:

Publicar un comentario